miércoles, 12 de julio de 2017

PASION FUTBOLERA SUDACA

PASION FUTBOLERA

Una barra brava es un grupo organizado de fanáticos dentro de una hinchada de fútbol, encargado de alentar a los jugadores de un club en específico (del que el grupo es simpatizante) en los estadios durante los partidos, y también de amedrentar a los jugadores y aficionados rivales, todo ello mediante el despliegue de banderas, la entonación de cánticos y, ocasionalmente, el ataque a los simpatizantes de los clubes rivales, además de defenderse y defender al resto de la propia afición de posibles ataques de hinchadas rivales o de la represión policial. Estos grupos se encuentran en gran parte de Latinoamérica, aunque existen algunos similares en otras partes del mundo.







ORIGEN Y CARACTERISTICAS
En la década de 1920, las hinchadas de los clubes argentinos comenzaron a tener grupos con algunas similitudes a las posteriores barras bravas. Los mismos eran conformados por hinchas que destacaban entre el público por su fervor, pero sin una gran organización ni número de personas, además de que no recibían financiación de parte de los dirigentes de los clubes para seguir al equipo en los partidos de visitante. Desde un comienzo, la prensa denominó a estos grupos como barras1​ ​ (ya que es un término que en Argentina se usa para denominar a los grupos de personas que se reúnen frecuentemente bajo un interés común -equivalente a uno de los significados del término pandilla-). Un ejemplo de ello fue "La barra de la goma" (formada en 1927), seguidora del Club Atlético San Lorenzo de Almagro y denominada así porque, en los partidos jugados de local, sus miembros utilizaban la goma de las ruedas de bicicletas (rellena de arena y atada en los extremos con alambres) para atacar a los hinchas rivales que, en algunos partidos, arrojaban pequeños proyectiles al arquero de San Lorenzo de Almagro para molestarle cuando debía intervenir en el juego.

El accionar de estos grupos se limitaba a los estadios en los días de partido, y no solían organizarse frecuentemente para acompañar al equipo de visitante ni tenían como objetivo provocar violencia, ya que la misma solía surgir de forma espontánea y generalmente en partidos que estaban resultando difíciles para su club, de modo de intentar influir en el resultado al amedrentar al equipo rival y la terna arbitral mediante insultos y el lanzamiento de proyectiles, aunque ocasionalmente invadían el campo de juego y llegaban a recurrir a los golpes. También se encargaban de amedrentar o atacar a los hinchas rivales que intentaran perjudicar a los jugadores de su club mediante los mismos métodos. Debido a su comportamiento, ya a fines de dicha década, algunos periódicos llegaron a describir a estas barras como bravas, por lo que aparece la conjunción barra brava por primera vez, pero no utilizada como una denominación.1​ ​
Durante la década de 1980 el fenómeno llegó a Chile, Paraguay y Perú, y posteriormente su uso se fue extendiendo por otros países de América Latina, como Costa Rica, Guatemala, México y Colombia (donde los miembros de las barras bravas son denominados barristas). Allí han adquirido progresivamente notoriedad, en especial desde comienzos de la década de 1990.

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